Pirotecnia en Ecuador: de fiesta popular a código criminal 

Lo que antes era un símbolo festivo se ha convertido en un lenguaje paralelo del crimen organizado. Las detonaciones de pirotecnia ya no sorprenden a nadie: para algunos vecinos marcan la llegada de droga, para otros anuncian ataques armados o asesinatos.

Autoridades reconocen que este fenómeno se repite en distintas ciudades del país, pero en Manta y otros cantones manabitas la práctica ya casi se volvió diaria, coincidiendo con enfrentamientos y hechos sangrientos.

Momentos que impactaron

La relación entre pirotecnia y narcocultura quedó en evidencia en varios episodios recientes. En Manta, una noche de intensas detonaciones coincidió con el abatimiento de un cabecilla de la banda Los Lobos.

Al día siguiente, tras la extradición a Estados Unidos de Adolfo Macías Villamar, alias “Fito”, líder de Los Choneros, también se reportaron fuegos artificiales en Manta, Jaramijó, otros cantones manabitas e incluso en Guayaquil.

Para los moradores, la sincronía de estos estallidos con hechos de alto impacto dejó en evidencia el nuevo uso de la pirotecnia como un lenguaje criminal.

Estrategia criminal

De acuerdo con investigaciones policiales, las bandas utilizan la pirotecnia como señal de celebración, aviso de cargamentos o incluso distractor durante operativos. Este uso se enmarca en la llamada “narcocultura”, que replica prácticas observadas en países con alta violencia urbana.

En cifras, el Banco Central registra importaciones récord: solo en el primer semestre de 2025 ingresaron más de $2 millones en productos pirotécnicos, la mayoría desde China.

Lo que para unos es entretenimiento, para otros se ha convertido en un código criminal que siembra miedo en las calles y acompaña los hechos más violentos en ciudades como Manta y Guayaquil.