¿Comprar condones aún te incomoda?: cómo superar el tabú

Aunque los tiempos han cambiado, aún hay personas que evitan comprar condones por vergüenza, incluso sabiendo los riesgos de no usarlos. La situación se presenta con más frecuencia de lo que parece: el mostrador de la farmacia, un cajero conocido, o el simple temor al “qué dirán” pueden ser barreras para adquirir preservativos.

Según la coach en sexualidad Marianela Morales, la vergüenza sigue ganando terreno en situaciones donde debería primar el cuidado personal y la salud sexual. Muchas personas, especialmente jóvenes, se sienten juzgadas por el simple hecho de pedir un condón en una farmacia.

El problema no es el condón, es lo que representa

La sexóloga Ana Karina Ramón señala que el miedo no está en el producto, sino en lo que representa: la confirmación de que se tendrá actividad sexual. Esto se agrava cuando la persona viene de un entorno donde hablar de sexo ha sido históricamente un tema prohibido.

Además, los prejuicios de género aún persisten. “Cuando una mujer compra condones, muchos la juzgan como promiscua. A los hombres se les exige hacerlo, pero también los avergüenzan”, explica Morales.

¿Cómo superar la vergüenza?

Las especialistas recomiendan algunos pasos para ir perdiendo el miedo:

• Acercarse al estante sin intención de comprar, solo para familiarizarse con el espacio y los productos.

• Tomar las cajas, leer las opciones, y dejarlas nuevamente, para reconocer que no hay nada de malo en hacerlo.

• Practicar frente al espejo o con una persona de confianza cómo pedirlos, para ganar naturalidad.

También destacan el uso de aplicaciones para entrega a domicilio como una solución útil, aunque advierten que evadir la situación no siempre elimina el problema de fondo.

Educar sin prejuicios desde casa

Las expertas coinciden en que la raíz del tabú está en la educación sexual, especialmente en el hogar. Cuando desde pequeños se vive con miedo o culpa en torno al sexo, ese patrón se traslada a la adultez y puede impedir que las personas se protejan adecuadamente.

Comprar condones es un acto de responsabilidad, no una vergüenza, concluyen las profesionales.